CAÑERO SERRANO, JULIO
En 1848, la firma del Tratado de Guadalupe-Hidalgo convirtió a miles de mexicanos en extranjeros en su propia tierra. Más de la mitad del territorio mexicano fue absorbido por los Estados Unidos, y su población quedó asimilada dentro de los nacientes estados de California, Nevada, Nuevo México, Texas, etc. Desde ese momento, los llamados ?chicanos? (mexicano-estadounidenses) se suman a las ya engrosadas filas de los segregados raciales de Norteamérica junto a afroamericanos, asiáticos o italoamericanos. La literatura de Rudolfo Anaya, a la que esta obra se aproxima, compone un relato único acerca de lo que significa ser chicano, de lo que implica la lucha por la pervivencia de la idiosincrasia, la historia y los valores propios en medio del conflicto ?como individuos y como sociedad? al que se ven abocados los chicanos en la llamada ?colonia interna?. Son ?colonia?, en tanto que población colonizada por una metrópoli extranjera y con mayor potencial económico, e ?interna? en la medida en que dicha colonización se genera dentro de la propia sociedad norteamericana ?a la que legalmente pertenecen?, se enquista allí y permanece visible hasta nuestros días.