IGLESIAS FERNÁNDEZ-BERRENDI, E
En Tarifa casi a diario llegan pateras llenas de inmigrantes que cruzan el Estrecho de
Gibraltar en busca de una vida mejor. Max, el dueño de la Venta del alemán encuentra a una mujer en medio de la carretera cuando circula en su moto por la N-340. Como
siempre, la recoge, la lleva a su casa y la ayuda.
Ayudar a los inmigrantes que llegan en pateras a las costas andaluzas del Atlántico es delito. A Max no le preocupa, bueno, sí le preocupa pero se ocupa de que el comisario de la zona no descubra que él y Norma, un personaje “con un pasado” dan refugio a los africanos que llegan, los alimentan y les proporcionan un lugar para esconderse y descansar.
Como un correlato el lector se encuentra con la historia de Michel, un campeón de kitesurf. Mientras unos llegan a punto de morir de hipotermia a través de las aguas, otros disfrutan practicando su deporte favorito. Se mezclan el gris y el azul oscuro con los colores chillones y alegres del kitesurf. Unos se hunden, otros vuelan en sus tablas. Esta novela nos habla de la obligación moral que tenemos los españoles con los otros seres humanos que llegan después de haber hecho un viajes que es en realidad una apuesta a vida o muerte. Miche también toma postura cuando se encuentra con una patera que ha naufragado y los africanos ahogándose en el agua. Uno de sus compañeros intenta salvar a un joven y como este está tan desesperado, el agua los traga a los dos.
La novela está construida con varios narradores, por lo que el lector ve lo que Eduardo Iglesias nos cuenta filtrado por la forma de ver el mundo de cada uno de ellos. Rashid, un niño al que Max y Norma ayudaron y
acogieron cuando era pequeño vive con ellos y nos cuenta también su historia.