El 'preciosísimo mensaje' que el Señor 'envió' a su pueblo hace casi un siglo, contiene el 'comienzo' de la solución a todos esos problemas. Fue un mensaje de gracia sobreabundante. Nuestras crecientes perplejidades son el resultado directo, la cosecha cierta, de la incredulidad hacia aquel mensaje de 1888, en el pasado o en el presente. Cuando se rechaza la verdad, el error se precipita siempre para ocupar el vacío. Pero no hay problema que no pueda remediar el arrepentimiento.Nueva edición, en letra GRANDE, tamaño A4.