ÁNGEL RUIZ CEDIEL
¿Y si Apolyon, el Rey del Abismo que menciona la Biblia, no fuera un ángel, como piensan algunos, o el mismísimo Jesucristo, como otros creen?... De hecho, esa misma Biblia menciona el nombre de este ángel en Apocalipsis 9:11, cuyos dígitos nos retrotraen a la apertura de otro abismo que todavía nos concierne: 11 de septiembre, una fecha que está en la mente de todos. ¿Casualidad?...
¿Y si Apolyon fuera en realidad un astro o parte de él, un asteroide que viaja por el espacio en busca de un destino bien programado?... Si Nibiru está arribando a nuestro vecindario, Apolyon podría ser un escombro que acompaña a ese planeta que hace su incursión junto al nuestro cada 3600 años..., y que al impactar contra la Tierra abriría el abismo que liberaría el humo de la última Hora.
Apolyon, en esta novela, es el nombre de una organización secreta que pone en marcha o detiene los relojes de la paz y de la guerra, siguiendo las órdenes de aquéllos que en realidad gobiernan los sucesos y las naciones desde la sombra.
Uno de los miembros más avezados de Apolyon, como si estuviera jugando una macabra partida, le envía siniestros mensajes a través de significativos crímenes al policía encargado de detenerle; pistas que son demasiado ambiguas y crueles, y de cuya atrocidad se exime afirmando que «no importa porque ya estamos todos condenados.»
Una afirmación que, como logra constatar el policía tras una penosa investigación, apenas si es un pálido reflejo del destino que está por alcanzar a todo el género humano.