HARO TECGLEN, EDUARDO
No hablo en este relato de la Segunda República como periodo político, o histórico; sí de un niño delante de ella. Empezó a vivir en una casa donde una mujer cosía a escondidas los tres trozos de tela llana de la bandera y los ocultaba bajo el colchón como hizo su bordado Mariana Pineda, y le costó la vida: "¡Yo soy la Libertad, herida por los hombres!", cantaba Margarita Xirgu, camino del cadalso en los versos de una tragedia de Lorca. Todos pagarían esa bandera: la Xirgu en el exilio, Lorca en el barranco de Viznar, la mujer con la ruina de todo. Y el niño, con la pérdida de lo que durante un tiempo pudo llamar patria.