MARIU CEPEDA
En el medio del grito desesperado de Natalie, Abel pone su manoderecha en su costado, casi por instinto de querer tapar la herida osanar su dolor. Ella observa como su camisa se teñía de rojo oscuro y,el ver como los ojos de aquel joven se apagaban, aumentó su desesperación.Un grito y un llanto se apoderaron de ella.