MANUEL LÓPEZ-BRENES / ROBERTO MARÍN-GUZMÁN
El al-Qur’an y la Sunna son las principales fuentes religiosas del Islam. En ellas los mensajes son universales. Allah habla para toda la humanidad (al-Nas, como lo contiene el al-Qur’an) y lo que ordena con relación al amor al prójimo, de no hacer daño a nadie, de no herir a ningún ser humano, de ser desprendidos, etc., lleva a un gran margen de aceptación de todos los demás, sin distinciones de clase social, de grupo étnico, de color de la piel, o cualquier otro asunto superficial. Cuando el al-Qur’an habla, por solo mencionar un caso, de no maltratar a los pobres y no repudiar a los huérfanos, son mandatos para toda la humanidad, sin distinciones de de los asuntos ya mencionados. En el mismo sentido las enseñanzas del Profeta se dirigen no solo a los musulmanes árabes, sino a toda la humanidad, sin establecer diferencias ni de color de la piel, ni las otras condiciones que se mencionaron más arriba. El mensaje es que toda la humanidad acepte el Islam. A pesar de todo lo anterior que contienen los textos del Islam, durante los numerosos siglos del Dar al-Islam y hasta el presente, no se han respetado esas enseñanzas y más bien se han dado diversas formas de discriminación.
