Prólogo, de Ana M.ª Arón Svigilsky
Introducción
1. El poder de los buenos tratos: bases biológicas, psicológicas y sociales
2. La ecología social de los buenos tratos infantiles
3. Resiliencia y buenos tratos infantiles
4. Las necesidades infantiles
5. Familiaridad y competencias: el desafío de ser padres
6. La ecología familiar, social y cultural de los malos tratos infantiles
7.Manifestaciones del sufrimiento infantil por malos tratos: aspectos clínicos y terapéuticos
8.Los trastornos del apego: elementos diagnósticos y terapéuticos
9. Un modelo terapéutico basado en el buen trato y el apoyo a la resiliencia
Los buenos tratos a niñas y niños asegura el buen desarrollo y el bienestar infantil y es la base del equilibrio mental de los futuros adultos y, por tanto, de toda la sociedad.
El punto de partida de los buenos tratos a los niños es la capacidad de madres y padres para responder correctamente a las necesidades infantiles de cuidado, protección, educación, respeto, empatía y apego. La competencia parental en estos aspectos vitales permite que niñas y niños puedan crecer como personas capaces de autoestima y de tratar bien a los demás. En este sentido, los buenos tratos pueden romper el círculo vicioso de la violencia que se perpetúa entre generaciones y crear una cultura general del buen trato en la sociedad.
Esta obra ofrece una descripción precisa de los daños que pueden causar la falta de competencia y a menudo de conciencia de madres y padres, demasiado ocupados con sus problemas profesionales o sentimentales para hacerse cargo de sus hijos o haciendo pagar a éstos dolorosamente sus propias carencias e insatisfacciones. Esta clase de malos tratos, a menudo inadvertidos, pueden causar traumas infantiles, trastornos de apego y otros síntomas del comportamiento que manifiestan el sufrimiento invisible de los niños.
Esta guía innovadora para informar y concienciar a madres, padres y educadores sobre la importancia de una crianza responsable y respetuosa muestra también el poder de los buenos tratos para ayudar a los niños a recuperarse de violencias psíquicas y físicas sufridas en la propia familia, en instituciones o en su entorno social más amplio. La paciencia, comprensión y el buen trato por parte de personas en el ámbito escolar, de la justicia o la atención social puede reparar muchos daños y devolver a los niños su capacidad de resiliencia y confianza en el mundo.